En las primeras etapas de la cervecería, estas jarras de cerámica eran utilizadas para fermentar el mosto de manera artesanal. El proceso consistía en llenar las jarras con el mosto y enterrarlas en el suelo, donde los minerales naturales ayudaban a impulsar una fermentación controlada y tradicional.
Después de varios días, las jarras se extraían con el mosto ya fermentado, que se convertiría en cerveza.
Estas piezas representan la conexión entre la naturaleza y la técnica, y son testimonio del ingenio y la dedicación en los orígenes de nuestra cerveza.